lunes, 14 de octubre de 2019

9. Vanesa, primera y última enamorada

Cuando Vanesa llegó al Siloé era una adolescente engreída de un nivel medio alto, por otro lado, Juan era el muchacho de barrio, sin modales y su carácter en ocasiones le hacía ver como patán. Al inicio Vanesa y Juan no eran buenos amigues, al punto de una discusión, donde Agustín tuvo que intervenir para amigarles, luego de un tiempo, durante una de esas fuertes convivencias de 3 días, Vanesa se quebró y Juan supo escucharla y levantarla. A partir de ello se creará una gran amistad entre les dos siloés, confiándose mucha información y pasando mucho tiempo juntes, de igual manera Vanesa supo sostener emocionalmente en las fuertes pruebas que tuvo que atravesar Juan, eso los convirtió en “hermanos en Cristo” como se decían, todo en un absoluto respeto, pues entre les dos conservadores jóvenes compartían ciertas ideologías como la virginidad hasta el matrimonio y cosas por el estilo. Por todo ello Agustín los envió juntes a la misión en el CAM 3 (Cap. 3 Ep.8), para aquel tiempo Juan pasaba hasta 4 días seguidos en casa de Vanesa, la madre de Vanesa al parecer ya se había dado cuenta que la integridad de su hija estaba muy segura junto a Juan.
Fue en una noche de lunes del 2008, a la entrada del templo de la parroquia Don Bosco, Juan y Vanesa repasaban la formación para aquella reunión con el grupo Juan XXIII, Juan solo sintió que los labios de Vanesa tocaban su boca, mientras el se dejaba llevar solo pensaba que tenia dos opciones, la primera despreciar los sentimientos de Vanesa para vivir en “pecado de sodomía”, y la segunda aceptar el amor de su mejor amiga para no “vivir en pecado”. Mientras la besaba corrían lagrimas de sus ojos por el terrible engaño que estaba cometiendo, pero se propuso vencer su naturaleza homosexual. Así empezó una relación fuera de lo común, sin sexo durante un año y tres meses que duró, durante aquellos encuentros en el obscuro closet Juan tuvo que aprender a dar placer con sus manos, pues su cuerpa no sentía atracción hacia una mujer. Quedaba culpa y frustración puesto que entre la pareja había absoluta confianza y comprensión al punto de saber lo que pensaban mutuamente, pero Juan no podría darle la familia que Vanesa soñaba, sin duda la única pareja en la vida de Juan que supo corresponder su amor. 
Para dar fin a tan vil mentira, entre otras razones, Juan dejó Quito y todo lo que conocía, con el pretexto del voluntariado juvenil y el discernimiento vocacional, ante tal decisión Vanesa le dijo que jamás competirá con Dios que fuera a su misión y si regresaba lo esperaba, y lo despidió con una bendición.
Un año después, al regreso a Quito, Vanesa seguía esperando con la esperanza de continuar la relación, pero esta vez Juan estaba en proceso de eliminar su closet, y tuvo que contarle la verdad, personalmente, pero debido al nerviosismo y a la posibilidad de que no sea escuchado tuvo que usar una carta, que por respeto permanece en lo mas íntimo de sus recuerdos, el dolor fue inevitable pero lo mínimo que se merece la única persona que lo amo es verdad y libertad. 




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