jueves, 3 de octubre de 2019

6. Misión Libertador Bolívar

La emoción de una misión a orillas del mar, de volver a encontrar la chispa y picardía de la juventud costeña. La semana santa del 2009 el grupo misionero Siloé se distribuyó por las playas de la provincia de Santa Elena, el animador Agustín trató de enviar a un extrovertido con un introvertido,  Juan compartió esta semana con Mario en la playa de Libertador Bolívar, conocida como “atravesao” por el rio que atravesaba el pueblo, en esta ocasión las tentaciones fueron muchas, desde el compañero de misión hasta aquelles chiques que ya habían experimentado e identificaban diversidades sexuales a tiernas edades, al poco tiempo hubieron confesiones y declaraciones por parte de les chiques del lugar, Juan supo manejar la situación y se tornaba en confidencialidad y consejería, los intentos de seducción se convertían en sanadoras confesiones entre lagrimas y aquella eterna gratitud.
Muchas fueron las historias y desahogos de la juventud que en los atardeceres junto a la briza marina confiaban a Juan, el factor común fue el fortalecimiento al grupo juvenil del pueblo, el esfuerzo de la gente por compartir lo poco que tenían, y la protección a los misioneros puesto que allí había mucha delincuencia, un pueblo de pescadores, artesanos de paja toquilla y tahua, que pasan su habilidad y sabiduría de generación en generación.
Entre los recuerdos tatuados en el alma de Juan esta aquella familia que vivía entre cortinas porque su casa de caña se había caído y en sus pobrezas insistían en proveer de desayunos a les misioneres, otro caso de una anciana discapacitada que criaba a 3 nietes y los mantenía vendiendo tortillas preparadas en tiesto y sin tomar en cuenta cualquier limitación pedía que les misioneres merendaran en su casa, y aquel hombre que murió minutos después de que le dieran la ultima comunión, murió de sida según decía la gente, en aquel tiempo Juan no tenia suficiente conocimiento ni madurez para hacer entender a la gente que no murió de sida sino de alguna enfermedad oportunista pero sobre todo  de discriminación y abandono, en su ignorancia tan solo guardó silencio y para si misme suplicó a Diosx que ese no fuese su destino, algo muy probable, aquella muerte entre discapacidad, pobreza y soledad. 
La misión terminaba con la entrega de mapeos, censos de sacramentos y la procesión masiva de pascua de resurrección al templo en forma de barco ubicado en la playa de Olón. Luego de ello era justo y necesario un espacio de desahogo y sanación en la intimidad grupal Siloé, puesto que al igual que Juan y Mario las demás parejas también habían tenido muchas experiencias fuertes.
Luego de las lagrimas y de limar cualquier conflicto esa familia Siloé disfruto un domingo de playa antes de regresar a Quito.



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