miércoles, 26 de febrero de 2020

25. Seducción con arte y espiritualidad

Como ya es sabido los amoríos con Simón quedaron en el pasado (Cap.3 Ep.22), la diversidad de la vida nocturna cada vez era mas pública, desde el balcón Juan observó a un apuesto y elegante chico, con una cultura fuera de lo común en el pueblo. Al poco tiempo el se dio cuenta, pues tenían amigues en común y el nerviosismo mutuo era difícil de ocultar. El vivía diagonal a la parroquia y mutuamente se observaban desde sus balcones, en ocasiones una sonrisa delataba sus intensiones, Marcos era el profesor de la academia de danza de Colimes, pero debido a la economía y prejuicios tenia problemas en conseguir lugar fijo para su arte, pensó que podían prestarle las aulas del colegio Santa Rosa, durante los fines de semana que no se usaban. Así un sábado Juan estaba en la secretaria parroquial y llegó Marcos buscando hablar con el párroco, saluda muy formal y educado, extiende su estilizada mano, Juan lo corresponde con la cordialidad que lo caracterizaba, en seguida busca al párroco sin antes mostrar su interés y aprobación de que consiga su espacio artístico. Luego de conversar con la autoridad eclesial, Juan le indica el espacio físico que ocupará en el colegio, así inicia una amistad que se fortalece a través de mensajes de texto  desde sus balcones, luego solían encontrarse en el balcón de las confesiones o en las bancas de la plaza a conversar toda la noche hasta horas de la madrugada, Marcos era budista y gustaba del yoga, Juan hostigado del catolicismo le interesaba otras opciones espirituales, conversaciones cargadas de conciencia social, historia y anécdotas familiares, así seguían conociéndose no importaba que el pueblo los observara con sus comentarios morbosos, o las escandalosas zapatillas del celoso Simón que subía y bajaba por el graderío de la plaza, solo esperaban terminar ocupaciones y encontrarse. De a poco se eliminaron apariencias y poses, no eran necesarias mentiras, se sabía que Juan tenía una vida y closet pendiente en Quito y debía resolverlo luego de su voluntariado, Marcos por su lado tenía una relación abierta en Guayaquil y proyectos académicos, sus futuros estaban separados y les quedaba disfrutar el momento. Ya en la vida nocturna se volvieron cómplices de fiestas pues se cuidaban mutuamente, como aquella noche en la barra del chino que Juan divisó a Marcos pasado de copas y rodeado de machos que le faltaban el respeto, sin dudarlo irrumpe en ese círculo violento y como quien entiende su clamor de afecto solo le dio un abrazo a Simon, correspondido por un apasionante beso, justo y necesario cambiar ese ambiente hetero por el íntimo departamento de Marcos, las ropas iban quedando en el graderío, para cuando llegaron al cuarto sus cuerpos y almas estaban desnudos, sus conversaciones se habían silenciado para dejar hablar a sus cuerpas, no importaron roles y faltaron posiciones hasta que el sol naciente les recordó que afuera la vida real espera, las campanas de la iglesia recordaban que Juan debía buscar sus ropas tiradas por toda la casa y asistir a las eucaristías dominicales, así termina este primer encuentro sin compromiso entre el artista y el religioso. Esa mágica experiencia da inicio a otra de las frases de Juan “Para relaciones con engaños que dejan enemigues, prefiero aventuras sinceras que dejan amigues eternes”.



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